En la próxima sesión que tendrá lugar el 12 de marzo (11:00), comentaremos la novela de Lawrence Durrell: El cuarteto de Alejandría: Justine.
Lawrence George Durrell (Jalandhar, India, 1912 – Sommières, Francia, 1990). Hijo de colonos británicos, a los once años, lo enviaron a la escuela en Gran Bretaña, un país en el que nunca fue feliz y que abandonó tan pronto como pudo. A pesar de que fracasó en sus exámenes de ingreso a la universidad, Durrell empezó a escribir poesía a los quince años. Su primera colección, Quaint Fragment, se publicó en 1931. En 1935, Durrell se casó con Nancy Isobel Myers, la primera de sus cuatro esposas y en marzo de ese año Durrell, Nancy, su madre, y sus hermanos se trasladaron a la isla griega de Corfú, allí permanecerían hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Se dio a conocer como poeta y novelista en la década de los treinta y obtuvo su primer gran éxito de crítica con El Libro Negro, escrito en París en 1938. Durante la guerra, Durrell sirvió como agregado de prensa en las embajadas británicas, primero en El Cairo y luego en Alejandría. Después de la guerra desempeñó varios cargos diplomáticos y docentes. Fue en Alejandría donde conoció a Eve (Yvette) Cohen, que se convertiría en su modelo para Justine. En 1947 se casó con Yolanda Vega y en 1951 tuvieron una hija, Sappho Jane, que recibió este nombre por la legendaria poetisa griega Safo de Lesbos (su amor por Grecia siempre estuvo presente). En 1957, se inicia la publicación de su más famosa y reconocida novela, El Cuarteto de Alejandría (1957-1960), tetralogía que lo convierte en un consagrado escritor. De su obra posterior destacan Tunc, El laberinto oscuro, Nunquam y Una sonrisa en el ojo de la mente. Tunc (1968) y Numquam (1970) integran The Revolt of Aphrodite. Una sonrisa en el ojo de la mente se halla a medio camino entre la autobiografía, la ficción y el ensayo. Con The Avignon Quintet, intentó repetir el éxito del Cuarteto de Alejandría y revisaba muchos de los motivos y estilos que se encuentra en su obra anterior. El Quinteto de Aviñón es en su conjunto menos exitoso que el Cuarteto de Alejandría, aunque su libro central, Constance, or Solitary Practice, que describe Francia bajo la ocupación alemana, fue nominado para el Premio Booker en 1982.
Es autor también de poesía (Poemas completos, 1931-1974), que se ha visto oscurecida por sus novelas. También es autor varias obras a medio camino entre el ensayo y el libro de viajes. En 1967, se retiró a Sommières (Francia) donde murió en 1990.
El Cuarteto de Alejandría es una tetralogía de novelas del escritor Lawrence Durrell, que se publicaron entre 1957 y 1960. Tuvieron un gran éxito, tanto de crítica como de público. Presentan cuatro perspectivas diferentes de un mismo conjunto de personajes y acontecimientos que tienen lugar en Alejandría, Egipto, antes y durante la II Guerra Mundial. Las cuatro novelas son: Justine (1957), Balthazar (1958), Mountolive (1958) y Clea (1960). Esta tetralogía convierte a su autor en un clásico de nuestro tiempo, debido en buena medida a su exploración de las posibilidades del lenguaje narrativo, y que provocó entusiastas comparaciones del autor con Proust y Faulkner. Como buena parte de su narrativa, procede de su experiencia personal como diplomático en Grecia, Yugoslavia, Chipre y Egipto y se caracteriza por la experimentación formal en cuanto al tratamiento del tiempo y el espacio. En 1957, publicó Justine, la primera novela de la tetralogía y que es una brillante apertura. Aquí asistimos a la precisa belleza con que Darley, el narrador, refiere la historia de su pasión hacia la enigmática Justine, centro de unos amores cruzados. El desenlace, con una misteriosa muerte, es en realidad un final abierto que sólo cobra todo su sentido tras la lectura del resto del Cuarteto (Balthazar, Mountolive y Clea).
Estas obras se refieren a los acontecimientos en Alejandría justo antes y durante la segunda guerra mundial. Los primeros tres libros cuentan en esencia la misma historia, pero desde diferentes perspectivas, una técnica que Durrell describió en su nota introductoria a Balthazar como “relativista”. Sólo en la parte final, Clea, la historia avanza en el tiempo y alcanza un desenlace. En estas novelas analiza el amor en todas sus formas y pasajes de gran belleza se mezclan con estudios sobre la corrupción y con una compleja investigación sensual. El cuarteto impresionó a los críticos por la riqueza de su estilo, la variedad y viveza de sus personajes, su movimiento entre lo personal y lo político, y sus localizaciones exóticas en la ciudad y sus alrededores que Durrell retrata como su principal protagonista: “… la ciudad que nos usaba como su flora, precipitando en nosotros conflictos que eran de ella y que nosotros erróneamente creíamos que eran nuestros: ¡querida Alejandría!”.
Justine es más que el retrato afectivo de una ciudad, Alejandría. A través de la mirada de un grupo de personajes muy diversos, algunos de ellos extranjeros que conocen en diversos grados la ciudad y sus costumbres, Durrell nos muestra los modos de vida y las formas de relacionarse en una ciudad recreada con todo su colorido. Las relaciones afectivas, amorosas y sexuales entre los protagonistas es uno de los aspectos que más impacto causó en el momento de su aparición, pero a ello pronto se añadió el elogio a la sabia combinación de un personaje colectivo pero heterogéneo con un inusual tratamiento de las coordenadas espacio temporales. Además, el desenlace, con una misteriosa muerte, es en realidad un final abierto que sólo cobra todo su sentido tras la lectura del resto del cuarteto. Durrel transmite con fuerza y convicción el hechizo que ejerció sobre él una gran ciudad llena de misterio y secreto. En esa vívida y decadente Alejandría (“lo único real en esta novela“) se mueven los personajes de Durrell: Justine, promiscua y seductora arrastrando la herida de un trauma adolescente, su perfume Jamais de la vie y sus “ojos translúcidos, agrandados por la belladona“, amada por Darley (narrador del Cuarteto) con el aparente consentimiento de su esposo, Nessim. Una hija auténtica de Alejandría, su paisaje y su llanura aluvial, con “su aire de extenuación“, es decir, “ni griega ni siria, ni egipcia, sino un híbrido, una ensambladura” (“Justine y su ciudad se parecen en que ambos tienen un sabor intenso aunque les falta todo carácter auténtico“). Balthazar, amigo de Kavafis y “oráculo” de la ciudad, “su daimon platónico, el mediador entre sus dioses y sus hombres“. Mountoulive, embajador de Inglaterra atrapado entre su deber profesional y la amistad con Nessim. Pursewarden, alter ego de Durrell, el salvaje Naruz, la pobre y melancólica Melissa, la encantadora Clea, el siniestro Capodistría y tantos otros.
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