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Sesión 4. Club MACONDO: “Sonata de primavera” de Ramón María del Valle-Inclán

El próximo lunes 2 de diciembre, como siempre, a las 19:15h, nuestro tiempo de reunión estará dedicado al comentario del la obra de Sonata de primavera de Ramón María del Valle Inclán.

Ramón Valle y Peña o Ramón María del Valle Inclán (Villanueva de Arosa, Pontevedra, 1866 – Santiago de Compostela, 1936 ). Dramaturgo, poeta y novelista, inició su carrera literaria formando parte de la corriente del Modernismo y en su evolución, sus últimas obras se adscriben a la denominada Generación del 98. Es considerado uno de los autores clave de la literatura española del siglo XX,

Original, estrafalario, melenudo, barbas de chivo, pero siempre genial, en él se confundían el mito y la persona. Por imposición paterna, estudió la carrera de derecho que no terminó. Viajó a México en busca de aventuras y vivió la vida bohemia madrileña. Se casó con una actriz de teatro, Josefina Blanco. Sufrió continuos problemas económicos y se dedicó exclusivamente a la literatura. Publicó su primera obra antes de casarse, en 1895 con el título de Seis historias amorosas. Posteriormente aparecerán sus Sonatas, la primera, Sonata de otoño en 1902.

Creador del esperpento, Valle Inclán destaca especialmente en teatro. Su primer empeño teatral importante es el ciclo de las Comedias bárbaras: Águila de plata (1907), Romance de lobos (1908) y Cara de plata(1922). Con un estilo tremendista, con ironía y sarcasmo, se presenta el mundo mágico de la Galicia rural, violento, primitivo y pasional.

El año 1920 es una fecha decisiva en el teatro de Valle. Ese año publicó Farsa y licencia de la reina castiza (crítica despiadada de la reina Isabel II y su corte) y dos de sus  obras maestras: Divinas palabras y Luces de bohemia. La primera es un antecedente del esperpento y la segunda lo culmina. El esperpento que, en castellano, designa algo feo, extravagante, absurdo o ridículo; en Valle es una técnica literaria de deformación sistemática de la realidad: una caricaturización que se apoya en contrastes violentos y transforma a los personajes en fantoches y marionetas a través de la utilización de un lenguaje achulado y deformado. Mediante está técnica, Valle pretende poner de relieve el carácter absurdamente trágico de la realidad española del momento.

El esperpento aparece en piezas teatrales posteriores: Los cuernos de don Friolera (1921),Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán (1927).

Sonata de primavera. A mediados de 1902 llega a las librerías la primera de las sonatas escritas por Ramón María del Valle Inclán: Sonata de otoño, una novela breve que en los años posteriores se verá completada con tres más: la Sonata de estío (1903), la Sonata de primavera (1904) y la Sonata de invierno (1905). Las cuatro conformarán, con pequeños añadidos y siguiendo el orden cronológico de las estaciones una obra completa que lleva el nombre común de Memorias del Marqués de Bradomín.

Las sonatas se estudian como parte del movimiento modernista cuya literatura se caracteriza por la búsqueda de la belleza, tanto en las formas de expresión como en los contenidos. Para alcanzarla, la estética modernista se sirve de tres rasgos esenciales: la sensorialidad, la perfección formal y la ambientación en lugares fantásticos. Las Sonatas, constituyen, en su conjunto, lo mejor de la prosa modernista castellana, y son, al mismo tiempo un reflejo y una caricatura de los tópicos finiseculares: las perversidades sexuales, el sacrilegio,el satanismo, lo macabro, el deleite en la enfermedad y en la agonía, el esteticismo a ultranza, la búsqueda de analogías y correspondencias, la preferencia por lo excepcional, lo exótico, lo misterioso…

Entre las cuatro Sonatas el autor establece un juego de correspondencias: la edad del protagonista, las estaciones del año, consignadas en los títulos, cuatro historias de amor con otras tantas mujeres, a las que hay que añadir en la Sonata de Invierno una novicia adolescente, que se sugiere es la ignorada hija de Bradomín; y, por último, cuatro ambientes, escenarios y paisajes diferentes: Italia, México, Galicia y Navarra. Es así como  Valle Inclán nos acerca la personalidad del protagonista: en cuatro tiempos y con cuatro aventuras galantes que compondrán la estampa de “Un don Juan admirable. ¡El más admirable tal vez! Era feo, católico y sentimental”.

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