En la sesión del lunes 9 de noviembre, a las 19 h., comentamos la novela de Rafael Chirbes, La buena letra.
Rafael Chirbes (1949 -2015) Estudió Historia en Madrid «aunque lo que más me gustaba era la literatura» decía. Durante sus primeros años en la capital trabajó en varias librerías (Marcial Pons, La Tarántula, la de la Universidad Autónoma), y llegó incluso a fundar una propia con otros miembros del Partido Comunista. Eran años previos al desencanto con las ideologías que reflejó en novelas como La larga marcha (1996), La caída de Madrid (2000) o Los viejos amigos (2003). En 1977 decidió marcharse a Marruecos para trabajar como profesor de Literatura Española en Fez. Esa experiencia tomó forma de ficción en su primera novela, “Mimoum”, publicada a los 38 años. El libro resultó finalista del premio Herralde y le abrió las puertas de la editorial Anagrama, de la que ya nunca se desligaría. De vuelta en España, a principios de los años ochenta, inicia una larga faceta de crítico gastronómico, alineándose así con otros gourmets literatos como Josep Pla, Álvaro Cunqueiro o Vázquez Montalbán.
No solo fue una celebridad literaria, sino un referente moral ya que retrató la degradación política y moral de la sociedad española actual en su obra. Primero fue Crematorio (premio de la Crítica), y luego En la orilla (premio de la Crítica de Narrativa Castellana 2014, premio Nacional de Narrativa 2014, premio Francisco Umbral al libro del año, finalista del premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa). Falleció el 16 de agosto de 2015 a causa de un cáncer de pulmón.
La buena letra Ana le cuenta a su hijo fragmentos de una vida de pequeñas miserias con las que se han tejido las relaciones personales y familiares. Sus palabras se convierten, por tanto, en duro legado para una nueva generación que quiere levantarse sobre la inocencia. En La buena letra, el autor renuncia a narrar los grandes acontecimientos históricos para poner su foco de atención en lo íntimo y cotidiano, en el conjunto de gestos y silencios que marcan las vidas de unos personajes heridos por la traición y la deslealtad; los deseos frustrados y la desesperanza de un sufrimiento inútil en la medida en que sólo sirve para alimentar la voracidad de otros.
Con este material, en el que tiene más peso lo que se intuye que lo que explícitamente se narra, La buena letra se convierte en deudora de la concepción balzaquiana según la cual la novela es la historia privada de las naciones y consigue descubrir los mecanismos que funcionan como silencioso motor de la historia, en cuyo devenir toda generación se levanta sobre las cenizas de otra y cada vez que el poder cambia de manos lo hace bajo el signo de la traición y de un sufrimiento que, siendo inútil, es también una forma descarnada de lucidez, de sabiduría. Chirbes maneja una voz que es emocionado espejo de la vida y, al mismo tiempo, construcción de un nuevo código desde el que leer el ayer convirtiéndolo en desolación de hoy. (Tomado de Editorial Anagrama)
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Pedro
13 noviembre, 2015, a las 15:09 pm (UTC 2) Enlace a este comentario
ANÁLISIS DE LA BUENA LETRA de Rafael Chirbes (1992)
-La trama de la novela está organizada en torno a la Voz narradora del diálogo-relato de Ana. Toda la novela es la historia que Ana le cuenta a su hijo o que se cuenta a sí misma a través del hijo (p.116).
.El inicio misterioso y extraordinario de la novela se comprende cuando uno ha seguido leyendo el resto del relato y puede asignar a esos pronombres sin nombre los personajes a los que se refieren.
-¿Cómo es la forma o estructura de esa narración? Uno de los aspectos más relevantes es que es una narración en forma de diálogo y en la persona de “tú”, es decir del interlocutor, el hijo, pero sin que este destinatario del diálogo intervenga. La narración por tanto se convierte en un diálogo ficticio con su hijo pero sin la intervención del hijo ese diálogo de Ana puede considerarse ir dirigido hacia sí misma; en otras palabras que equivale a un soliloquio o reflexión sobre lo que acontece pero especialmente sobre el interior o los sentimientos o la ética de los personajes. A través de ese diálogo-reflexión van apareciendo los sucesos, los comportamientos y los sentimientos de la familia sobre todo en la postguerra española.
.La narración se construye a partir de la voz dominante de Ana y su familia, pero hay que señalar que una parte importante del relato gira también en torno al personaje de Isabel, que es un poco como el personaje antihéroe de Ana.
.No tiene capítulos señalizados o titulados; todo son como pequeños textos que no siguen una línea cronológica sino que utilizan la técnica del flash-back para dar la prioridad a otros aspectos más pertinentes de la novela.
.El escritor se mete en la piel de una mujer, Ana, la narradora y ve el mundo fundamentalmente a través de ella, pero esa visión queda problematizada a través del título y el personaje de la buena letra que es Isabel.
-Personajes:
¿Cómo es el personaje de Ana? La lucidez, el querer entenderse y entender, cierta psicología (el darse cuenta todo el tiempo de lo que está por venir, el anticipar “Era la sospecha de algo evitable que iba a venir a hacernos tanto daño como nos habían hecho la miseria, la guerra y la muerte” p.9, los motivos por los que quería otro hijo p.109), la sensación cada vez más acentuada de que se han equivocado respecto a Antonio e Isabel, de que corren al desastre, como la guerra, las fotos fallidas de la boda) y el amor por los demás predominan en ella pero también el remordimiento así como cierta atracción digamos química o amor romántico por Antonio. Ana es un personaje complejo y por momentos contradictorio (“tenía la sensación de que aquella lucha me era ajena, que no me correspondía, y empecé a odiarlos a todos” p.46-47)
A través de ese personaje y narrador se ve gran parte del mundo, y una parte a través de los ojos de su antihéroe, Isabel – como ocurre en la película Amadeus en la que la figura de Mozart es vista a través de los ojos de su “enemigo” Salieri.
Ana es un personaje entrañable y la única no totalmente autodestructiva aunque también se debata entre la ambigüedad del deseo romántico hacia Antonio, eso sí, sin dejar de querer a su marido: el temblar (algo característico de la atracción física en ella), el querer que se le salvara (una imagen clara de esa atracción fuerte hacia Antonio).
La sensación de culpa de Ana hacia Antonio, la ambigüedad de sentirse atraída por Antonio, tal vez la toma de conciencia de esa atracción o amor romántico por Antonio, se produjo con el episodio de las flores (“de repente no supe qué hacer con las flores que tenía abrazadas contra el pecho” p.65) y llega a su cénit en el momento en que están los dos en la habitación de él y le enseña muchos retratos de ella (“Teníamos que evitarnos” p.73,74, 75 y 76). El temblar en Ana (algo característico de la atracción física en ella) así como el querer que se le salvara, son imágenes claras de esa atracción fuerte hacia Antonio, una certeza resbaladiza, algo que deja mancha.
En todo caso esa atracción está unida a la gran compasión que siente Ana por él, y si no lo justifica, tampoco lo critica en exceso o todo lo justifica por la que cree una tendencia de Antonio a autodestruirse, lo cual parece muy alejado de la realidad de un personaje egoísta y ruin (p.65, 67, 73).
Sobre los sentimientos de Antonio hacia Ana sólo se sabe que le gusta por los dibujos hechos y guardados, en particular el retrato hecho a Ana y que le entrega poco antes de morir.
En realidad ninguno de ellos se lo quería confesar a sí mismo ese tipo de sentimiento ni Ana al menos lo sabía muy bien al ser sentimientos contradictorios en ella de amor-odio o que encerraban cierta ambigüedad, pero lo que queda bastante claro en la novela es que era una atracción física o amor que se impone a pesar de uno mismo. Uno puede preguntarse: ¿acaso elige uno el amor o por el contrario es elegido por él?
¿Cómo es el personaje de Tomás, el marido de Ana? Con nobles sentimientos hacia su hermano Antonio pero que rebelarán a lo largo de la novela una gran debilidad y sobre todo cobardía ante los comportamientos egoístas de Antonio e Isabel. Al final, por no saber hacerle frente, será un personaje tan autodestructivo, o incluso más, que su hermano Antonio puesto que le lleva a la propia muerte.
Antonio, que es el artista de la familia según su hermano Tomás es un ser egoísta, capaz de utilizar a su hermano y hacer daño a su familia, cobarde, que sigue el juego a su mujer callando y porque también le interesa a él y lleno de mentiras.
Isabel sobre todo pero también Antonio pasan por ser los más egoístas, ruines, aprovechados, mentirosos y hasta ladrones de la novela. Incluso Gloria goza de algún atenuante por su ambigüedad amorosa hacia su hermano Antonio, aunque también sea un personaje autodestructivo.
- la buena letra es Isabel, la mujer de Antonio: Pensaba: “La buena letra es el disfraz de las mentiras” (p.133). Ella, como ningún otro personaje representa la falsedad y la hipocresía de esa época de guerra y postguerra pero también el tener cierta cultura y sobre todo un saber estar en sociedad: aparenta pertenecer a una clase más alta, ser dulce por fuera cuando quiere conseguir algo de los demás, pero llena de egoísmo y mentira por dentro. Fría y calculadora es capaz de todo para conseguir sus propósitos, incluso se insinúa en la novela la idea de que se ha vendido a Mullor para conseguir pertenecer a la clase de los “vencedores” de la guerra. Incluso las palabras que podrían interpretarse en ella en clave de mujer feminista (“Pero, Ana, ¿no se da usted cuenta de que nos están condenando a fregar cazuelas el resto de nuestra vida?” p.92), no son más que el reflejo de su ambición por pertenecer o ser considerada de una clase más alta.
De los hijos se sabe poco en la novela, en particular sobre sus ideas o sentimientos, es decir que son personajes poco desarrollados en esos aspectos pero el diálogo de Ana con su hijo, curiosamente llega a su final justamente cuando el hijo pasa de mero interlocutor callado a ser un personaje que toma parte, negativamente, en la historia de Ana y su familia. Ese pequeño papel final por tanto es bastante revelador al incidir en la tendencia general de la novela a mostrar decepción y destrucción de los personajes puesto que ese hijo defrauda completamente los valores, digamos espirituales de Ana por el materialismo insinuado a través del episodio de la venta del solar propiedad de Ana: el hijo insta a su madre a venderlo para construir pisos alegando que sería por el bien de Ana sin importarle lo más mínimo que en esa casa Ana tiene sus raíces o lo que en cierto sentido le ha sostenido ante tanta calamidad sobrevenida (“Aún no sé cómo conseguí no echarme a llorar ni echaros de casa” p.135). En cuanto a la hija, es un poco también ese sentimiento de decepción por considerarla una esclava de la vida sin que haga nada para luchar por ella, por tener muchos hijos y ninguna ilusión (p.79).
CONCLUSIONES
- EL EPÍGRAFE “A mis sombras” muestra la visión particular del escritor por sus seres queridos que ya han muerto pero que en cierto modo aún siguen ahí como sombras que le acompañan. Los muertos aún siguen vivos en cierto sentido para él que aún vive.
-Lo novedoso de la técnica narrativa de la novela de Chirbes, aunque en apariencia no se parezca a la técnica del monólogo interior del Ulises de Joyce cuya novela gira toda ella en torno al personaje central de Bloom, en el fondo se acerca mucho a esa estrategia narrativa de Joyce puesto que esa narración-diálogo de Ana a su hijo y a ella misma, en un juego de espejos sombríos, como corresponde al contexto social de la novela, es un diálogo ficticio o una especie de soliloquio.
-El hecho de que el primer texto y el último de la novela estén en cursiva a fin de darles mayor importancia significarían a mi modo de ver la gran relevancia que también tiene el personaje negativo (o reverso de Ana la protagonista) de la novela como es Isabel: inicio de la novela: “Hoy ha comido en casa…” Final novela: “He escuchado su respiración fatigada…” Ambos párrafos se refieren pues a ese personaje destructivo y antihéroe de Ana que es Isabel: un personaje que no tiene voz narrativa, que recurre a una suave voz fingida para conseguir sus propósitos y cuya buena letra es el disfraz de sus mentiras. Está en las antípodas de Ana pero su pertinencia, en negativo, es COHERENTE con ese periodo negro e inhumano de la guerra y postguerra españolas.
Por otro lado, no obstante, esa preeminencia que Ana da al personaje de Isabel en la novela y sobre todo la complicidad entre las dos plantea algunas cuestiones respecto a la motivación íntima y psicológica de esas dos mujeres pues al fin y al cabo toda la novela habla de sentimientos profundos en los personajes clave: por parte de Ana tal vez le hubiese gustado, en el fondo, ser un poco como su “enemiga”, es decir ser capaz de conseguir sus propósitos, o al menos haber enamorado o conseguido a Antonio o simplemente no desvivirse tanto por los demás y haber pensado un poco más en sí misma; por parte de Isabel el haber tenido la ética y la generosidad de Ana o simplemente su capacidad de amar. En otras palabras, en esa complicidad queda dibujada en filigrana en estas dos mujeres ese deseo de ser en parte lo que el otro es y de lo que uno carece. Ese planteamiento sin embargo no queda muy claro en el relato al quedar ensombrecido el personaje de Isabel por su cariz muy poco ético y radicalmente opuesto al de Ana.
-Los TEMAS de la novela son los propios de una postguerra : los temas del miedo a la muerte, la miseria recurrente de estos periodos, las necesidades y la lucha por sobrevivir, la propia muerte, el sentimiento de tristeza continuo, la culpabilidad presente en muchos personajes, la mala suerte en la vida en esa época (no hay ningún personaje al que le vaya bien la vida), las mentiras en especial de Isabel pues Antonio calla y otorga, las deslealtades de esta pareja y otros de la propia familia, la añoranza de tiempos pasados (“¡Qué tiempos más bonitos, cuando estábamos todos juntos…!” p.41). Todo eso da al traste con los sueños de todos los personajes de la novela; la destrucción o la autodestrucción son la tendencia general. Son una injusticia tras otra la que le ocurre a esta familia de gente humilde y que recorre toda la novela de principio a fin. Sus vidas son sueños rotos o traicionados. Pocos son los momentos de alegría e ilusión (“Volvimos a hacer planes…Me descubría cantando…” p.49-50).
En una palabra, todos esos miedos a la muerte siempre presente en la vida de cada día en ese periodo, esa tristeza, culpabilidad; las vivencias, el pesimismo existencial y la visión del mundo son los propios de una guerra y de una larga postguerra en España. Hay ausencia de política pero no de sus consecuencias: un mal de vivir tan negro como las sombras. Todo es sombra y oscuridad en ese contexto de postguerra. Poca luz y calor en ese periodo por eso es importante esa búsqueda del calor humano del otro a través de los cuerpos.
-Es por tanto una novela de tipo EXISTENCIALISTA, como las ha habido en muchos países de Europa hacia los años cincuenta, como La Náusea de Sartre en Francia, pero La buena letra de Chirbes tiene sus características formales propias como es el tipo de narración a través de la voz narradora de Ana: por ello, el gran logro literario de esta novela es ese tipo de narración-diálogo de Ana como narradora. Incluso como personaje, es el más positivo y noble de toda la novela, un personaje de gran entera moral que no se deja llevar a la autodestrucción. Su atracción por Antonio, que se le impone a pesar de ella misma, y la ambigüedad de ese deseo ciego no resta nada a la visión positiva que el lector saca de ese personaje de mujer humilde, lúcida, generosa y bondadosa.
-(Solapa de detrás) “Si algún significado global se puede rastrear en la narrativa de Rafael Chirbes es, sin duda, esa tensión entre el yo y los otros en donde uno se construye y se destruye. En La Buena Letra…ningún afán de justificación, ni de venganza ni de autoafirmación… Es una voz que habla porque se niega a ser impostada, salvada o recuperada por ninguna otra.”
-Pienso que el TÍTULO es muy revelador: La buena letra va mucho más allá del personaje de Isabel y los que son como ella, y esa metáfora de la buena letra o caligrafía representa la cultura, el saber, y en especial al escritor que con su obra puede ocultar muchas mentiras, traiciones o cobardía, como Antonio, el artista de la familia, como también lo hizo la “literatura” oficial de la postguerra; o por el contrario, con su escritura y responsabilidad, aludir a ese noble oficio del testimonio del escritor ante la sociedad y con su denuncia a través de los personajes, mostrar una visión ética del escritor responsable y comprometido con la justicia y los derechos humanos de su época.
Por lo tanto creo que el escritor es, a la vez Ana en positivo, es decir lo que debe ser un escritor comprometido con su tiempo, pero también la buena letra o Isabel en negativo, a saber lo que no puede constituir la buena literatura: la impostura, la mentira y la manipulación de las grandes verdades sociales y humanas.
Personalmente es una novela que me ha gustado bastante, sobre todo por el tipo de narración-diálogo a través de Ana, esa voz tan peculiar e interesante que podemos asociar a la verdadera literatura ética, es decir comprometida con lo social y aunque en la década de los noventa, en apariencia, los temas de corte existencialista sobre la postguerra parecerían ya un poco trasnochados y un tanto sombríos – siempre asociados al epígrafe “A mis sombras” –, no dejan por ello de ser para el autor de la novela unos personajes muy humanos que siguen siendo bastante arquetípicos por su integridad moral (Ana y Tomás) o su falta de ética (Isabel, Antonio o Mullor) en esos nuevos tiempos de los noventa. Como dice el propio autor en una entrevista a Santiago Fernández Patón: “Ese estado de cosas lo resuelvo con una madre anciana cuyos hijos quieren vender sus terrenos para construir. A partir de ahí surgen las contradicciones porque todo lo material tiene un soporte ideológico”
Pedro Lacámara, Zamora, noviembre 2015
OTROS COMENTARIOS:
-La novela retrata sobre todo a una familia que pertenece a los vencidos.
-Su historia gira sobre la contienda española del 36 pero sobre todo sobre sus consecuencias y el afán de superación de sus personajes que encarna pertinentemente Ana.
-Para muchos es un diálogo ficticio de Ana con su hijo o para sí misma y para alguno, podría ser una carta dirigida al hijo.
-El ritmo es lento pero tiene intriga.
-La novela intenta rescatar a los personajes que puedan ser rescatables o íntegros.
- Ana estaba celosa de Isabel por su elegancia y seducción.
-Cierta complicidad entre Ana e Isabel por ser mujeres y porque a Ana le hubiese gustado ser un poco como Isabel en aspectos como la elegancia, la seducción o cierta cultura que tenía Isabel y de las que ella carecía.
-Es una novela casi de terror, un testimonio pero en silencio de ciertos personajes que transcienden el contexto de la novela para erigirse como personajes antropológicos que se pueden dar en cualquier contexto histórico o social.
-La novela gira en torno a tres mujeres: Ana e Isabel en especial pero también Gloria que es un personaje interesante también.
-Es también significativo que las primeras ediciones tengan en portada el retrato de un matrimonio hecho por Juan Genovés, que es un pintor que no sólo comparte la visión poética afín a Chirles sino que también declaró en muchas ocasiones su simpatía por quienes sufren la historia.
-Chirbes con esta pequeña novela pretendía rescatar a algunos personajes fracasados de la posguerra por oposición al periodo de los años 90 – años de hacer dinero con la especulación del suelo o los bancos, entre otros negocios – y sobre todo porque Chirbes no se identificaba con ese periodo ni se sentía muy a gusto con una clara caída de valores por lo que necesitaba echar la vista atrás para volver a encontrarse a sí mismo. Como él mismo dice en el prólogo a Pecados originales (edición que agrupa a La Buena letra y Los disparos del cazador): No puedo hablar de La buena letra y Los disparos del cazador sin hablar de cómo fueron aquellos años en que banqueros y millonarios se convirtieron en héroes populares. No sólo porque no hay arte que no tenga fecha y no sea fruta de su tiempo, sino porque, además, escribí estas novelas precisamente como un antídoto frente a los nuevos virus que, de repente, nos habían infectado: codicia y desmemoria. O (…) digamos que las escribí con el afán de almacenar en algún lugar briznas de esa energía del pasado que desactivaban, para guardar trazas de la página de historia que arrancaban, o para salvar la parte de mí mismo que naufragaba en aquel confuso vórtice. (…) Las escribí porque no encontraba mi lugar en el nuevo mundo que estaba naciendo, porque braceaba en vano sumido en un chupadero de frívola voracidad y desmemoria. Por aquellos días en los que los valores se invirtieron bruscamente, tenía la impresión de que no sabía quién era yo, ni en qué se habían convertido los demás